04 abril 2010

Un año de Juan Emar






The Barcelona Review
Iván Humanes
01/04/2010



Ediciones Barataria abre fuego de vanguardia en la colección “Humo hacia el sur” con Un año, de Juan Emar (Santiago de Chile, 1893-1964). En el propósito de Barataria está publicar a autores que -quién sabe los motivos- el lector español no ha recibido como debiera, este el caso de Juan Emar, o bien del peruano Martín Adán o del argentino Macedonio Fernández, este último más conocido pero no difundido como se merece. Todos ellos cabeza de vanguardia hispanoamericana, precursores de la explosión y experimentación literaria en esas tierras.

Juan Emar consigue con Un año situarnos en la excepcionalidad literaria, en la literatura vista desde el envés y atacando con nuevas formas la redacción de un diario que comienza el día 1 de cada mes.

Enero 1º:“Hoy he amanecido apresurado. Todo lo he hecho con apresuramiento vertiginoso: bañarme, vestirme, desayunarme, todo Y rápidamente también terminé la lecutra de Don Quijote y empecñe la de La divina comedia”

Julio 1º: “hoy he vagado sin rumbo. Tras de mí, paso a paso, el dedo de Dios. Lo he sentido a todo momento. Dos veces se me ha clavado en la nuca”

La irregularidad vital y el surrealismo de su diario, escrito en 1935, lo hacen una obra singular, un lugar nada común. Juan Emar es una isla extraordinaria que actúa como detonante creativo, para el lector que se sumerge y para el escritor que tiene la curiosidad de probar otras recetas literarias apartadas de lo habitual. La edición viene acompañada de un prólogo de Enrique Vila-Matas que ya nos situa en la “rareza” del escritor chileno. Sintomática es la noticia que publicó El Mercurio en 1964, tras su muerte, y a la que Vila-Matas hace referencia en dicho prólogo: “una extraña personalidad que pasó por la vida como un inadaptado y un rebelde”. Acérquense a Juan Emar, introdúzcanse como una burbuja en medio del mar o rebélense contra las sombras, pongan atención a los bichitos que carcomen los libros de sus bibliotecas no sea que estallen fruto de los Cantos de Maldoror, henchidos de crueldad, como le sucede al narrador de Un año. La anti-novela espera ser devorada. No se arrepentirán.

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