J.S. de Montfort
Escritor en Allak

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Quizá lo más sabroso de los (Dudosos) Casos de amor de Pietro Aretino que acaba de publicar la editorial Barataria sea justamente la dudosa atribución sobre la autoría de la obra.
Y es que, de veras, es bastante dudoso (valga la redundancia) que estos (Dudosos) Casos de amor (en adelante Los Casos) hayan sido efectivamente escritos por la pluma de Pietro Aretino.
Lo cual, claro, no es óbice para su disfrute y menos aún para su lectura.
Pero, vayamos por partes; no sea que se nos pierda el lector. Que estamos en el siglo XXI y de lo que hasta aquí se ha hablado sucedió en el Cinquecento italiano; así, hacia el siglo XVI.
Quien nos ocupa, Pietro Aretino (1492-1556), hijo de zapatero y prostituta, nacido el mismo año en que Colón descubrió América, es conocido por haber escrito los satíricos Sonetti lussuriosiSonetos), “una selección de dieciséis sonetos que comentan un número parejo de dibujos de Giulio Romano en los que se ilustran de manera más que explícita dieciséis escenarios para dieciséis posturas amorosas” (en adelante, los [1].
Como dije al principio, pues, la atribución de la autoría de estos Dubbi amorosi a Pietro Aretino es harto dudosa ya que las ediciones más antiguas que se conocen de esta obra fueron impresas dos siglos después de la muerte del “supuesto” autor.
La edición de Barataria viene en edición bilingüe (italiano/español) y con el aderezo, además, de unas tintas adecuadamente obscenas de Perico Pastor.
Se afirma de la traducción de José Antonio Bravo que es la primera traducción al castellano, pero ha de tenerse en cuenta que existe en el catálogo de la British Library la obra Sonetos lujuriosos & pasquines del Aretino, seguidos de otros sonetos lujuriosos, dudas amorosas y otras dudas amorosas de autores anónimos de tradición aretinesca y de un soneto de Giorgio Baffo, traducción de Sarandy Cabrera, Montevideo: Vintén, 1991 [2] y que tiene todos los visos de incluir ya los sonetos traducidos ahora por Bravo.
Casos, en la edición de Barataria, consta de dos partes: Casos de Amor (31 casos) y Otros casos de amor en cuartetos acoplados (17 casos).
La idea básica de los Casos es la apelación al misterioso sabio “don Agnello” para que aclare cada uno de los casi cincuenta casos que “en el burdel hoy armaron gran revuelo” [3], siguiéndose del formato planteamiento del caso/ingeniosa resolución.
Paul Larivaille es un teórico italiano que propuso en los años ochenta un sistema narratológico conocido como el sistema quinario y que es una variante de la teoría literaria clásica, en la que partiendo el relato de un equilibrio inicial, aparecerían enseguida una o varias fuerzas dinámicas que lo alterarían, para finalmente encontrar la trama acomodo en una resultante fuerza estática, calmada y ya conclusiva.
Más o menos la secuencia (en la esfera micro, claro) que se sigue en cada uno de los Casos.
Pues bien, según Larivaille, el misterioso “señor Agnello” al que se le confía la resolución de los casos, podría corresponderse con alguno de los tres hermanos Agnelli -con los que Aretino se carteaba regularmente-, y esto justificaría la hipótesis de que esta obra fue escrita por Pietro Aretino.
Es una hipótesis, entre otras.
Aunque es cierto que se menciona a un tal Benedetto Agnello en la obra teatral de AretinoLa Cortesana.
En cualquier caso, los Dubbi Amorosi no pasan de ser un divertimento y, como bien dice Mirko Visentin demuestran que “el interés de una obra no estriba en su paternidad sino en el contexto socioliterario en que se ha producido” [4].
Y aquí se plantea el primer inconveniente que presenta el volúmen, pues que el público actual, así en general, no es ya ducho en latín (normal, por otra parte), y menos aún lo es en lo referente a las costumbres y legislaciones propias del renacimiento italiano, por lo que la sátira à-la-Aretino (poco importa al fin quién la haya escrito), al contar con tales apoyos como pilares fundamentales de su poética, se tambalea.
Porque los Casos entran fundamentalmente en conflicto con la religión y la jurisdicción legal imperante (en los tiempos del Renacimiento).
Y como suele suceder con la sátira, pierde ésta su efecto si se desconoce el referente, pues aquí se manejan además muchos nombres de cortesanas famosas en la época e igualmente nombres de curas que seguro les eran conocidísimos a aquellos que escribieron los Casos.
Aunque bien es cierto que el ingenio que se palpa aquí en los Casos, no existe ni remotamente en los Sonetos. Lo cual, además, le salvaguarda a Vd, lector contemporáneo de los Casos.
O dicho en otras palabras, que aunque se nos pierdan un conjunto importante de alusiones que el texto maneja, igualmente podemos disfrutar de su artificioso gracejo y su febril socarronería.
Pues donde los Sonetos basaban la profundidad de su sarcasmo en lo estrictamente pornográfico, en la publicitación de una sexualidad esperpéntica, aquí, en los Casos, el argumento de valor reside en la resolución del enigma, de la triquiñuela legal o moral que se le plantea al sabio de “don Agnello”,y en la sorpresa genial con la que éste siempre resuelve el inextricable conflicto ético de los putañeros del burdel.
Así, serían los Casos una suerte de deontología irónica del libertino.
Y aquí es donde halla más fuerza su propuesta, a pesar de que medien cinco siglos entre nosotros y la sociedad veneciana en la que se movían estos ingenioso puteros farsantes que utilizaron la pluma de Pietro Aretino para echarse (no a su costa, sino probablemente con él) unas buenas risas.
Que Vd. se las eche también lector, que buena faltan nos hacen en estos tiempos aciagos de pesadumbre, dolor y rabia.
Y es que, de veras, es bastante dudoso (valga la redundancia) que estos (Dudosos) Casos de amor (en adelante Los Casos) hayan sido efectivamente escritos por la pluma de Pietro Aretino.
Lo cual, claro, no es óbice para su disfrute y menos aún para su lectura.
Pero, vayamos por partes; no sea que se nos pierda el lector. Que estamos en el siglo XXI y de lo que hasta aquí se ha hablado sucedió en el Cinquecento italiano; así, hacia el siglo XVI.
Quien nos ocupa, Pietro Aretino (1492-1556), hijo de zapatero y prostituta, nacido el mismo año en que Colón descubrió América, es conocido por haber escrito los satíricos Sonetti lussuriosiSonetos), “una selección de dieciséis sonetos que comentan un número parejo de dibujos de Giulio Romano en los que se ilustran de manera más que explícita dieciséis escenarios para dieciséis posturas amorosas” (en adelante, los [1].
Como dije al principio, pues, la atribución de la autoría de estos Dubbi amorosi a Pietro Aretino es harto dudosa ya que las ediciones más antiguas que se conocen de esta obra fueron impresas dos siglos después de la muerte del “supuesto” autor.
La edición de Barataria viene en edición bilingüe (italiano/español) y con el aderezo, además, de unas tintas adecuadamente obscenas de Perico Pastor.
Se afirma de la traducción de José Antonio Bravo que es la primera traducción al castellano, pero ha de tenerse en cuenta que existe en el catálogo de la British Library la obra Sonetos lujuriosos & pasquines del Aretino, seguidos de otros sonetos lujuriosos, dudas amorosas y otras dudas amorosas de autores anónimos de tradición aretinesca y de un soneto de Giorgio Baffo, traducción de Sarandy Cabrera, Montevideo: Vintén, 1991 [2] y que tiene todos los visos de incluir ya los sonetos traducidos ahora por Bravo.
Casos, en la edición de Barataria, consta de dos partes: Casos de Amor (31 casos) y Otros casos de amor en cuartetos acoplados (17 casos).
La idea básica de los Casos es la apelación al misterioso sabio “don Agnello” para que aclare cada uno de los casi cincuenta casos que “en el burdel hoy armaron gran revuelo” [3], siguiéndose del formato planteamiento del caso/ingeniosa resolución.
Paul Larivaille es un teórico italiano que propuso en los años ochenta un sistema narratológico conocido como el sistema quinario y que es una variante de la teoría literaria clásica, en la que partiendo el relato de un equilibrio inicial, aparecerían enseguida una o varias fuerzas dinámicas que lo alterarían, para finalmente encontrar la trama acomodo en una resultante fuerza estática, calmada y ya conclusiva.
Más o menos la secuencia (en la esfera micro, claro) que se sigue en cada uno de los Casos.
Pues bien, según Larivaille, el misterioso “señor Agnello” al que se le confía la resolución de los casos, podría corresponderse con alguno de los tres hermanos Agnelli -con los que Aretino se carteaba regularmente-, y esto justificaría la hipótesis de que esta obra fue escrita por Pietro Aretino.
Es una hipótesis, entre otras.
Aunque es cierto que se menciona a un tal Benedetto Agnello en la obra teatral de AretinoLa Cortesana.
En cualquier caso, los Dubbi Amorosi no pasan de ser un divertimento y, como bien dice Mirko Visentin demuestran que “el interés de una obra no estriba en su paternidad sino en el contexto socioliterario en que se ha producido” [4].
Y aquí se plantea el primer inconveniente que presenta el volúmen, pues que el público actual, así en general, no es ya ducho en latín (normal, por otra parte), y menos aún lo es en lo referente a las costumbres y legislaciones propias del renacimiento italiano, por lo que la sátira à-la-Aretino (poco importa al fin quién la haya escrito), al contar con tales apoyos como pilares fundamentales de su poética, se tambalea.
Porque los Casos entran fundamentalmente en conflicto con la religión y la jurisdicción legal imperante (en los tiempos del Renacimiento).
Y como suele suceder con la sátira, pierde ésta su efecto si se desconoce el referente, pues aquí se manejan además muchos nombres de cortesanas famosas en la época e igualmente nombres de curas que seguro les eran conocidísimos a aquellos que escribieron los Casos.
Aunque bien es cierto que el ingenio que se palpa aquí en los Casos, no existe ni remotamente en los Sonetos. Lo cual, además, le salvaguarda a Vd, lector contemporáneo de los Casos.
O dicho en otras palabras, que aunque se nos pierdan un conjunto importante de alusiones que el texto maneja, igualmente podemos disfrutar de su artificioso gracejo y su febril socarronería.
Pues donde los Sonetos basaban la profundidad de su sarcasmo en lo estrictamente pornográfico, en la publicitación de una sexualidad esperpéntica, aquí, en los Casos, el argumento de valor reside en la resolución del enigma, de la triquiñuela legal o moral que se le plantea al sabio de “don Agnello”,y en la sorpresa genial con la que éste siempre resuelve el inextricable conflicto ético de los putañeros del burdel.
Así, serían los Casos una suerte de deontología irónica del libertino.
Y aquí es donde halla más fuerza su propuesta, a pesar de que medien cinco siglos entre nosotros y la sociedad veneciana en la que se movían estos ingenioso puteros farsantes que utilizaron la pluma de Pietro Aretino para echarse (no a su costa, sino probablemente con él) unas buenas risas.
Que Vd. se las eche también lector, que buena faltan nos hacen en estos tiempos aciagos de pesadumbre, dolor y rabia.
[1], [3] & [4] Pietro Aretino. Casos de Amor. Traducción de José Antonio Bravo y tintas de Perico Pastor. Ed. Barataria. Barcelona. Septiembre de 2010. [págs. 17, 27 & 23]
[2] El libro lo cita Cesáreo Calvo Rigual en su artículo Sobre la recepción de Aretino en España a través de sus traducciones. Quaderns d’Italià 6, 2001. No dispongo del ejemplar para su consulta, pero por tema y semejanza, cabe la duda razonable de que se pueda tratar de la misma secuencia de poemas, en este caso considerados de autoría anónima.
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