
No hay en los relatos de El varón desenfocado rastro  de ninguna masculinidad al uso ni de cualquier personaje habitual de la  comedia humana. Juan Antonio Maesso habita en sus creaciones literarias  de una extraña manera, como a retazos, pinceladas de realidad ancladas  en un territorio imaginario dentro de una ciudad bien concreta, Sevilla,  que se nos muestra tan cierta como enigmática. Su literatura se mueve  en un paisaje urbano con referencias identificadas. Su anterior novela, Simon y Sophie, anticipaba  la actual moda gótica situando una historia de vampiros en la luminosa  capital andaluza, trabajando el claroscuro de la trama hasta acercarla a  nuestro entorno cotidiano. Son las mismas calles y plazas en las que se  cruzan los personajes de los cuentos de El Varón desenfocado. Todos  ellos comparten en algún momento un pedazo de acera aunque lo más  probable es que nadie los advierta, ni siquiera ellos mismos se  reconocerían en el otro. Serían secundarios y figurantes si se tratase  de una película y seguramente su existencia no afectaría excesivamente  al argumento. Sin embargo Juan Antonio Maesso hace de ellos materia  literaria y nos ofrece su particular galería de retratos, hombres  solitarios o en pareja, hermanos o hijos, funcionarios o ex-  meteorólogos convertidos en mayordomos postmodernos tratados todos con  fina ternura y sutil ironía. Con cierto humor que mantiene la distancia  con la realidad, pues no estamos ante un ejercicio costumbrista, y una  probada habilidad para desarrollar situaciones insólitas el autor nos  enreda en una malla tupida de sentimientos. Trasluce la soledad  inevitable de la lucidez, la ternura en el amor carnal y en el que nunca  lo será, la fe en la sociedad y el escepticismo en su organización. Se  adivina el viaje como estado, la búsqueda de algo pero nunca de  absoluto. El último relato Moon river and me es, en mi opinión,  el que mejor resume el espacio imaginario creado por Juan Antonio  Maesso a base de vidas cotidianas, fabulaciones, datos, afectos y  ensoñaciones. Su aroma acompaña al lector aún tiempo después. En estos  tiempos de crisis no es poco acabar un libro con la sonrisa en los  labios.
 
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