02 febrero 2009

Colores de Remy de Gourmont y Odilon Redon


Si yo tuviese que escribir la vida de Cleopatra, la escribiría en verde, en verde Nilo, como es natural, y no creo que nadie se atreviera a contradecirme. Escribir vidas o cuentos en tal o cual color es lo que he intentado aquí.
De esa manera explicaba Remy de Gourmont el papel determinante que tienen los colores en la vida. Es parte del prólogo de un libro exquisito, Colores, que reúne a Remy de Gourmont (1858-1915) y a Odilon Redon (1840-1916). Lo publica Barataria en su colección Uno más uno.
La primera edición francesa (Couleurs, suivi de Choses anciennes) apareció en 1908 y en 1921 ya hubo una traducción española de Julio Gómez de la Serna en Biblioteca Nueva.
Entre colores fríos y calientes, entre el relato corto y las escenas de un diálogo teatral, en la primera parte del libro hay trece textos sobre trece colores, sobre trece mujeres y trece caracteres definidos por cada color, sobre trece maneras de vivir el erotismo. Subrayados por trece imágenes de Odilon Redon, un pintor contemporáneo de Remy de Gourmont, están aquí el amarillo de la moneda de oro, el negro inolvidable de una dalia en jardín normando, el alma azul de dos amantes adúlteros, el violeta de las solteras o la triste desazón del cinzolín, entre el violeta y el rojo.
Y es que –explica Remy de Gourmont- hay mujeres azules, las hay rosas, malvas o rojas. Es decir, que no puede uno representárselas más que asociadas a uno de los siete colores o a una de esas tonalidades.
El libro se completa en una segunda parte –Antigüedades- , con dieciocho cuentos cortos que están muy cerca en su técnica y en su tensión expresiva del poema en prosa. Frente al cromatismo intenso de las ilustraciones de la primera parte, predominan en estas Antigüedades los negros y los grises en una técnica expresionista que culmina en un Dibujo a lo Goya y en un magnífico texto, Iter ad Luxuriam.
Rubén Darío, que matizó el simbolismo cromático como nadie hasta entonces en español, habló de ambos, el escritor y el pintor, con fervor de discípulo y reconoció siempre en Gourmont un maestro del refinamiento que le enseñó a mirar la realidad y en Odilon Redon un ejemplo de
pureza y ensoñación visionaria.
Al evidente acierto de reunirlos en un libro se anticipaba Remy de Gourmont cuando escribió estas líneas: no pretendía con este entretenimiento reformar la estética ni revolucionar las normas del arte de escribir. Jugué, sencillamente, con una caja de lápices de pastel; me gustaban los colores por ellos mismos, uno por uno, como al singular y gran artista Odilon Redon, cuyas flores resultan tan vivas que quiere uno respirarlas.

Santos Domínguez
Encuentros de lecturas

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