Filología catalana, Xavier Pericay contra la pobreza intelectual
Pertenece Xavier Pericay a una generación que vivió su juventud en los finales del franquismo y la transición a la democracia y que tuvo en la izquierda y el nacionalismo sus señas de identidad. Ahora con el medio siglo a las espladas todos ellos, y treinta de nacionalismo institucionalizado, hacen balance y se desmarcan de todo lo que huela a ello. Arcadi Espada y Jon Juaristi, que prologa este libro, serían los ejemplos más relevantes. Los dos comparten con el autor una visión sumamente crítica de lo que ha supuesto para la salud intelectual de Cataluña y el País Vasco ese régimen.
En los último años Pericay ha aparecido en los medios editoriales en castellano ligado a las figuras de Josep Pla, Gaziel, Julio Camba o Manuel Chaves Nogales con libros como «Cuatro historias de la República» y «Josep Pla y el viejo periodismo». Antes, y siempre en lengua catalana, había llegado al gran público cataláan de los años ochenta cuando se atrevió a poner sobre la mesa, con una mirada que desde entonces ha sido irrenunciablemente crítica al modelo lingüístico que se comenzaba a construir por el régimen nacionalista. «Verinosa llengua», primero, y «El malentés del noucentisme», después, fueron dos llamadas de atención sobre el derrotero que habían tomado las cosas de la lengua en Cataluña y sobre lo que los políticos y la clase intelectual nacionalista estaban dispuestos a llevar a cabo. Ahí Pericay demostró que no estaba dispuesto a comulgar con las ruedas de molino que el nacionalismo ha impuesto. «Filologia catalana. Memorias de un disidente» explica ante todo ese largo recorrido intelectual y emocional del lingüista y el escritor que ve como la pobreza intelectual se instala a su alrededor con la excusa de la construcción nacional.
El libro lo publicó el autor primero en catalán en el año 2007 en la editorial Destino, y lo ha hecho en el 2009 en castellano en la editorial Barataria. El subtítulo «Memorias de un disidente» queda meridianamente explicado con lo que en la página 369 escribe el autor. «Desde hace seis años, pues, casi todo lo escribo en castellano. También hay excepciones… Y todavía queda, claro, una última excepción: este libro. Cuando me puse a escribirlo, tuve que decidir en qué lengua lo hacía. Eran, son, unas memorias. Un poco particulares, lo reconozco, un poco decantadas hacia el ensayo polémico, pero unas memorias al fin y al cabo. En ellas tenía que hablar de la familia, de los amigos, de la gente con la que me he relacionado a lo largo de casi cincuenta años. No es que todas esas relaciones se hayan producido en catalán, pero es innegable que el catalán ha sido en la inmensa mayoría de los casos la lengua dominante, cuando no la única. ¿Significaba eso que debía escribir por fuerza el libro en esa lengua? No, por supuesto, pero habría resultado más arduo, más laborioso, escribirlo en otra. Y luego estaba el título. Y lo que el título comportaba. Esa diseminación, esa idea de que la lengua, alma de la nación, lo contagiaba todo; de que la filología catalana, en una palabra, no podía en modo alguno ser una filología como las demás. Parecía lógico pues, que la diseminación no excluyera el propio libro, que libro y vida fuesen, cuando menos en un primer estadio, uno y lo mismo. Más adelante, pensé, siempre estaré a tiempo de traducirlo al castellano y de publicarlo en esa lengua».
Efectivamente, esto son unas memorias personales, con una marcada tendencia al ensayo crítico, sobre lo que personal y colectivamente, supone hoy en Cataluña, ir contra la imposición y la aniquilación de algo tan íntimo como la lengua. Muy bueno.
En los último años Pericay ha aparecido en los medios editoriales en castellano ligado a las figuras de Josep Pla, Gaziel, Julio Camba o Manuel Chaves Nogales con libros como «Cuatro historias de la República» y «Josep Pla y el viejo periodismo». Antes, y siempre en lengua catalana, había llegado al gran público cataláan de los años ochenta cuando se atrevió a poner sobre la mesa, con una mirada que desde entonces ha sido irrenunciablemente crítica al modelo lingüístico que se comenzaba a construir por el régimen nacionalista. «Verinosa llengua», primero, y «El malentés del noucentisme», después, fueron dos llamadas de atención sobre el derrotero que habían tomado las cosas de la lengua en Cataluña y sobre lo que los políticos y la clase intelectual nacionalista estaban dispuestos a llevar a cabo. Ahí Pericay demostró que no estaba dispuesto a comulgar con las ruedas de molino que el nacionalismo ha impuesto. «Filologia catalana. Memorias de un disidente» explica ante todo ese largo recorrido intelectual y emocional del lingüista y el escritor que ve como la pobreza intelectual se instala a su alrededor con la excusa de la construcción nacional.
El libro lo publicó el autor primero en catalán en el año 2007 en la editorial Destino, y lo ha hecho en el 2009 en castellano en la editorial Barataria. El subtítulo «Memorias de un disidente» queda meridianamente explicado con lo que en la página 369 escribe el autor. «Desde hace seis años, pues, casi todo lo escribo en castellano. También hay excepciones… Y todavía queda, claro, una última excepción: este libro. Cuando me puse a escribirlo, tuve que decidir en qué lengua lo hacía. Eran, son, unas memorias. Un poco particulares, lo reconozco, un poco decantadas hacia el ensayo polémico, pero unas memorias al fin y al cabo. En ellas tenía que hablar de la familia, de los amigos, de la gente con la que me he relacionado a lo largo de casi cincuenta años. No es que todas esas relaciones se hayan producido en catalán, pero es innegable que el catalán ha sido en la inmensa mayoría de los casos la lengua dominante, cuando no la única. ¿Significaba eso que debía escribir por fuerza el libro en esa lengua? No, por supuesto, pero habría resultado más arduo, más laborioso, escribirlo en otra. Y luego estaba el título. Y lo que el título comportaba. Esa diseminación, esa idea de que la lengua, alma de la nación, lo contagiaba todo; de que la filología catalana, en una palabra, no podía en modo alguno ser una filología como las demás. Parecía lógico pues, que la diseminación no excluyera el propio libro, que libro y vida fuesen, cuando menos en un primer estadio, uno y lo mismo. Más adelante, pensé, siempre estaré a tiempo de traducirlo al castellano y de publicarlo en esa lengua».
Efectivamente, esto son unas memorias personales, con una marcada tendencia al ensayo crítico, sobre lo que personal y colectivamente, supone hoy en Cataluña, ir contra la imposición y la aniquilación de algo tan íntimo como la lengua. Muy bueno.
Pedro A. López Gayarre
EL DIGITAL CLM
No hay comentarios:
Publicar un comentario