Arturo García Ramos
Relato y poesía se cruzan en este libro original y único, publicado por primera vez en 1928 y celebrado como un título fundador, equiparable en prosa a lo que Trilce había significado para la poesía. El extraño y también excentrico poeta que firmaba con el seudónimo de Martín Adán escribió en La casa de cartón un texto de altísima prosa poética que acusaba las experiencias vanguardistas, se negaba al argumento diáfano y compensaba esa ocultación con el simbolismo del lenguaje e imagenes destellantes, que apuntaba a la medula autobiográfica de su autor.
El protagonista es un joven que ama e imagina, un alma que despliega su antena al mundo y que acepta todo, «menos morir». Visión estática y extática, como las naturalezas muertas que distorsionan los cuadros cubistas, captadas bajo la mirada mágica, pero vaciadas de humanidad sensual. Sin trama visible, la emoción es de estampa, plasmada en imágenes que convocan lo irracional como puros juegos de imaginación infantil. Hasta en sus frases amargas la irreverencia del humor-niño atenua la depresión de metafísica soledad que desprenden las paginas de La casa de carton.
El protagonista es un joven que ama e imagina, un alma que despliega su antena al mundo y que acepta todo, «menos morir». Visión estática y extática, como las naturalezas muertas que distorsionan los cuadros cubistas, captadas bajo la mirada mágica, pero vaciadas de humanidad sensual. Sin trama visible, la emoción es de estampa, plasmada en imágenes que convocan lo irracional como puros juegos de imaginación infantil. Hasta en sus frases amargas la irreverencia del humor-niño atenua la depresión de metafísica soledad que desprenden las paginas de La casa de carton.
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