El Escorpión
Alejandro Gándara
29/12/2010
Todos los fines y principios de año, qué vamos a contar, se llenan de grandes propósitos, pero los propósitos están hechos para tropezar. No se fije metas ni cimas, fíjese, en cambio, en todos esos objetos que le rodean, pequeños pero no inertes, y cómo extienden su aliento por la vida: Naiyer Masud, "Aroma de alcanfor" (Atalanta, traducción de Rocío Moriones Alonso).
Este año será un viaje, como todos, pero no olvide que todos los viajes se funden en uno, en ése que va en busca de lo irremediablemente perdido: W. G. Sebald, "Vértigo" (Anagrama, traducción de Carmen Gómez García).
Habrá momentos en que tendrá ganas de gritar. Bien, llévese a un túnel o debajo de un puente "La nave de los muertos", de B. Traven (Acantilado, traducción de Roberto Bravo de la Varga) y lea unas cuantas páginas a gritos, pues el libro mismo es ya un grito contra todo, contra tanta burocracia y gestión, tanto impedimento administrativo, tanta norma boba.
Y si no le van los gritos, enamórese por internet, pero sin desdeñar el estilo, la literatura, la gracia, pues un buen texto, independientemente de la vía utilizada, mejora mucho la pasión ya sentida o por sentir. Aprenda de Daniel Glattauer en "Contra el viento del norte" (Alfaguara, traducción de Macarena González).
Y no se deje engañar por las imágenes fantasiosas que saldrán a su paso, delirios de grandeza, visiones de sí mismo en altos de montaña o grandes pretensiones creadoras, que las imágenes crean conducta y luego no se distinguen de la vida, como bien ha explicado Félix de Azúa en "Autobiografía sin vida" (Anagrama).
Reconcíliese, aprovechando que aún no le ha pasado nada, con esa parte de usted que le avergüenza, con esa cobardía íntima que está en el fondo de todos nosotros, con esa mansedumbre a que nos obliga esta vida de empleados taciturnos con libertad de fin de semana, y lea de un tirón, cual exorcismo, "Mansos", de Roberto Enríquez (Caballo de Troya).
Mas si le alcanzara el horror, sepa que con el horror se puede y que hasta se le puede arrancar belleza, como hace Kim Thúy, repleta de penalidades, en "Ru" (Alfaguara, traducción de Manuel Serrat Crespo).
De todos modos, no hay horror sólo en las catástrofes y grandes matanzas: a veces lo tenemos aquí al lado, embozado de bienestar, de consumibles, de vida apacible, de mortales comunes, que es de lo que advierte Kjell Askildsen en sus "Cuentos" (Lengua de Trapo, traducción de Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo). Mire ese horror, de acuerdo, pero poco rato, como si pasara por la ventanilla del tren, economice ojos.
Puede que su vida le parezca escasa cosa, después de todo. Sin embargo, hay que informarle de que la más ingrávida y anodina es capaz de insuflar esperanza y aliento a cuantas la rodean, empujarlas más allá de donde hubieran llegado con su solo impulso, como les sucede a esas mujeres sin futuro que describe Leonor Paqué en "Una mujer de nada" (Barataria). Su poca cosa de vida es mucho para muchas, apréndalo.
Y si de todas formas necesita un gran empeño, una constatación de la fragilidad de sus fuerzas, un último intento en pos de lo inalcanzable, atrévase con el "Ulises" de James Joyce, en la clásica traducción de José María Valverde que acaba de reeditar Lumen.
Mejores consejos yo no se los puedo dar. Pero si no les gustan estos, tengo más.
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