Afortunadamente no es habitual encontrar ahorcado a un escritor en la ventana de su oficina mientras la cuerda está atada a la pata del escritorio. La policía encontró la puerta cerrada por dentro, al igual que dentro de su ropa Eugene Izzi llevaba un chaleco antibalas, varias notas amenazantes y un disco con pasajes de la novela en la que trabajaba y que no dejaba muy bien parados a algunos grupos de supremacía blanca. Para completar la escena , dentro de su despacho todavía estaba su pistola cargada.
Asesinato con apariencia de suicidio o suicidio que aparenta inculpar a alguien. La tercera vía es la más curiosa, Izzi tal vez probaba una escena para su nuevo libro y cometió algún error. Nunca se sabrá. Mientras tanto, la editorial Barataria se está tomando muy en serio su obra. Ya el año pasado publicó su primera novela La encerrona y este verano le ha tocado el turno a Los canallas (Bad Guys).
Este es un libro visual, adictivo, compulsivo y visceral. Izzi crea un protagonista policía secreto, Jimbo, infiltrado en la mafia de Chicago que está a un paso de enchironar (perdón por el lenguaje pero es el propio de la novela) tanto a su jefe como a los dos capos que están por encima. Todo va de perlas hasta que sale de la cárcel el lugarteniente de su jefe, quien llevaba diez años en el trullo gracias al propio policía. Su jefe le pide que en cuanto esté libre lo liquide. El mismo día al fiscal se le calienta la boca y le sopla a una periodista que Jimbo es el policía infiltrado por lo que todo el mundo incluida la mafia de Chicago al completo le reconoce. También GiGi Partnell que ya libre sólo piensa en matarle.
Las aventuras y desventuras de este grupo de benditos dentro y fuera de la ley es el argumento principal de libro. Decíamos que era visual debido a que desde la primera pàgina el libro desaparece de la vista e imaginamos perfectamente todas las escenas y lugares. Es increíble percibir como cobra vida de inmediato todo lo que Izzi ha escrito. Esto lleva al segundo factor, la adicción. La realidad virtual que crea el texto nos hace sentir policía infiltrado o un chulo mafioso según el momento y puesto que no corremos ningún riesgo desde nuestro sillón, disfrutamos del chute sin límite y sin parar de leer. También es compulsivo, goza de aceleraciones radicales, hay capítulos que dan vértigo. Las escenas y diálogos enloquecen y se desmadran, todo parece fuera de control, es una montaña rusa textual. Duro, cruel pero no gratuito, con personajes multifacetas donde ni todo es bueno ni todo es malo, con principios y cualidades a la par que grandes defectos. ¡Qué grandes pluses incorpora este libro!
Quienes conocieron a Izzi nos cuentan que conocía perfectamente los bajos fondos de Chicago, no tenía que documentarse. Pero sobre su forma de escribir parece ser que escribía también compulsiva y aceleradamente algunas partes de sus libros, sólo así se concibe la vorágine en la que convierte sus escritos inmersos en espirales destructivas inmensas. Si quieren vivir una aventura inesperada y radical más allá de la legalidad, abran este excelente libro.
El Placer de la lectura
16.09.2009
El Placer de la lectura
16.09.2009

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