La biblioteca imaginaria
Eva Monzón Jerez
04/07/2011
Eva Monzón Jerez
04/07/2011
Personas en la sala, novela escrita por Norah Lange, publicada por la editorial Barataria, es una obra que vale la pena leer despacio, sin prisas para dejarse llevar por el juego que la autora nos propone.
Norah Lange (1905-1972), poetisa y novelista argentina, publicó varios poemarios, autobiografías y novelas, la última no la vio publicada en vida. Perteneció a un grupo de escritores y artistas vanguardistas que se creó en Buenos Aires en los años veinte, donde ella era la única mujer. Se casó con Oliverio Girondo, fue amiga de Gómez de la Serna y musa de José Luís Borges, siendo este quien la apadrinó en su carrera de poeta.
Esta novela, Personas en la sala, es un espejo dentro de otro espejo y donde cada uno puede ver lo que crea que hay. Es un juego de observadores y observación. La protagonista, una joven introvertida, un tanto inestable, para nada satisfecha con la vida que lleva, una que nos deja entrever como la integrante de una familia burguesa acomodada, en la que no encuentra atención ni futuro.
La novela está llevada solo por su punto de vista, así que es engañosa: lo que nos comenta podría ser simplemente un diálogo consigo misma y su imaginación desbordada, anhelante de que algo interesante suceda en su vida.
La joven aparta su vida y la traslada a observar a un trío de mujeres que habitan la casa de enfrente, cuando por casualidad las vislumbra en una tormenta, bajo la fugaz luz de un relámpago. Queda admirada del cuadro, y a partir de ese instante, no dejará de espiarlas a través de su ventana, obsesionada hasta el punto de vivir solo para ellas. Las visitará, quizá en su imaginación, quizá no, ya que las pocas veces en las que la narrativa la deja a ella para apoyarse en los demás, parece desmentir las tardes en las que la protagonista va conociendo, intimando y viviendo una amistad con esas personas en una sala que quizá nunca pisó. Nos intriga con esas frases elegantes, sobrias y nos implica en ese voyeurismo del voyeur, introduciéndonos en la mente de esa joven obsesiva mientras nos atrapa en su imaginación.
Norah Lange (1905-1972), poetisa y novelista argentina, publicó varios poemarios, autobiografías y novelas, la última no la vio publicada en vida. Perteneció a un grupo de escritores y artistas vanguardistas que se creó en Buenos Aires en los años veinte, donde ella era la única mujer. Se casó con Oliverio Girondo, fue amiga de Gómez de la Serna y musa de José Luís Borges, siendo este quien la apadrinó en su carrera de poeta.
Esta novela, Personas en la sala, es un espejo dentro de otro espejo y donde cada uno puede ver lo que crea que hay. Es un juego de observadores y observación. La protagonista, una joven introvertida, un tanto inestable, para nada satisfecha con la vida que lleva, una que nos deja entrever como la integrante de una familia burguesa acomodada, en la que no encuentra atención ni futuro.
La novela está llevada solo por su punto de vista, así que es engañosa: lo que nos comenta podría ser simplemente un diálogo consigo misma y su imaginación desbordada, anhelante de que algo interesante suceda en su vida.
La joven aparta su vida y la traslada a observar a un trío de mujeres que habitan la casa de enfrente, cuando por casualidad las vislumbra en una tormenta, bajo la fugaz luz de un relámpago. Queda admirada del cuadro, y a partir de ese instante, no dejará de espiarlas a través de su ventana, obsesionada hasta el punto de vivir solo para ellas. Las visitará, quizá en su imaginación, quizá no, ya que las pocas veces en las que la narrativa la deja a ella para apoyarse en los demás, parece desmentir las tardes en las que la protagonista va conociendo, intimando y viviendo una amistad con esas personas en una sala que quizá nunca pisó. Nos intriga con esas frases elegantes, sobrias y nos implica en ese voyeurismo del voyeur, introduciéndonos en la mente de esa joven obsesiva mientras nos atrapa en su imaginación.