11 agosto 2011

Que siga el baile

La biblioteca imaginaria
Sergio Torrijos Martínez
11/08/2011



El autor de esta novela y de otras de igual cariz tiene un serio problema: si en lugar de llamarse Ibáñez se apellidara Olsen, Jensen, Firgunson o cualquier nombre escandinavo o extranjero triunfaría pero se llama Ibáñez, no nació en las gélidas tierras nórdicas, sino que lo hizo en Santander, es español, y aunque sea capaz de crear novelas buenísimas eso no es suficiente para sacarle de un semi-anonimato. Siempre aparece en las listas de los padres y referentes de la novela negra española, aparece empecinadamente entre un quinteto de buenos escritores, pero parece ser que se le niega el pan y la sal, algo muy propio de este país, sino recordemos nuestra historia.
Ibáñez no tendrá una buena imagen, no aparecerá en los medios de comunicación con opiniones cuestionables, no montará ningún cirio en ningún programa, no sumara a sus espaldas titulares, no, es hombre discreto pero desde su anonimato o desde su ostracismo es capaz de crear algo verdaderamente complicado, novelas de género, pero de las buenas, personajes creíbles, de los que no se olvidan, y tramas que recuerdan todo lo sórdido del género humano.
Esta novela que nos ocupa, es una novela en la que las líneas aparecen de manera continua, esas líneas finas, en algunos momentos tan sutiles que casi se deshacen al mirarlas, que nos indican donde se halla la legalidad o la ilegalidad, lo honesto o lo ilícito, si una persona es honrada o simplemente su actitud es poco más que reprobable, si un policía es honesto o deshonesto, en fin, líneas que marcan una frontera, un lugar que a veces, sin darse cuenta se traspasa, se cruza y sin ser consciente de ello te encuentras fuera de ello. Ibáñez es experto en esas lides, en esas líneas, en esos personajes que viven en el límite de lo permisible, que sus acciones son tan discutibles como reprobables, que están en la legalidad a un único paso de un delito.
Pero la novela es mucho más, es un buen trabajo de un escritor avezado, que usa un lenguaje similar a un serrucho, fuerte, brusco, a veces violento, pero otras veces eficiente y en algunos casos, cuando el autor quiere, bello: “La clínica Virgen del Tobosoestaba en las afueras de Mirasierra, uno de los barrios residenciales del norte de Madrid, cerca de la N-1. Los dientes negros de la sierra se recortaban en un cielo plomizo. No eran negros del todo, aparecían algunos destellos violáceos, como si el aire allí arriba tuviera ese color; la nieve mellaba las cimas más altas.” Pag. 158.
En otros momentos, violento y desabrido: “Me erguí, me acerqué a él y le arreé un bofetón. Sonó como una rama de higuera tronchándose. El tipo retrocedió, lívido, con la mano en la mejilla, mirándome. Su sentido de la hospitalidad no le permitía devolverme el golpe.” Pag.205.
El lenguaje es muy destacado, con un sentido muy fuerte a la hora de crear sensaciones, sensación de velocidad, de inestabilidad e incluso de violencia, se percibe en toda la novela esa sociedad de autor con el lenguaje y que nos transmite una serie de ideas que nos llevan a bares de alterne, personajes turbios, con pasados aún más turbios, gente que calla porque hablar condena y sobre todo gentes desesperadas.
Los personajes son de una gran finura, el autor precisa de dos líneas para bosquejar cualquier retrato humano, con cuatro líneas sabemos su vida y milagros y si se amplía a la sexta, tenemos su ficha policial. “Su cara atezada era la de un hombre sobre los sesenta años que hacía cuarenta que se ganaba la vida como policía. Su cuerpo era menudo y su calavera pequeña. Usaba gafas con los cristales al aire cuya levedad no encajaba con su expresión de encargado de la llave del gas en Mauthausen. Vestía a la antigua: terno gris, camisa blanca y corbata limpia y discreta. Por descontado, desconocía lo que era sonreír, tampoco sus palabras conocían el registro suave.” Pag. 174.
La trama, como buena novela de género, tiene recovecos, recodos estrechos y sinuosos y abundantes planos, en algunos momentos se pierde y en otros aparece, creándose una finísima tela de araña que nos atrapa en la lectura y no podemos cesar de leer y leer.
La edición es mucho más que correcta, muy adecuada al género, con formato pequeño muy útil para leer en cualquier lado y presentación esmerada, existe una errata en la página 175 como única mácula.
En resumen, una novela verdaderamente buena, de género, de las de verdad, no de esas livianas que nos bombardean desde el extranjero, una novela de una pieza con personajes del mismo tono, una novela dura, por momentos irritante y por otros sorprendente. A los enamorados del género negro no nos decepcionará, del autor ya sabemos sus mañas, a los nuevos que se acerquen a él, descubrirán a un autor de primera línea, capaz de crear con muy poco, un mundo poderoso, vivo, por momentos desabrido pero tan real y genuino que nos atrapa y la novela parezca de devora nuestro tiempo y no al revés. Que lo disfruten.

No hay comentarios: